24 diciembre, 2014

Blaise Cendrars, rompiendo relojes a martillazos

Blaise Cendrars, pintado por Amadeo Modigliani
Blaise Cendrars, pintado por Amadeo Modigliani
Henry Miller afirmaba que para escribir “hay que estar poseído y obsesionado”.
Blaise Cendrars (1887-1961) -a quien Miller idolatraba- cumplía ambos requisitos.
Vivió cada mañana como si fuese la primera y cada noche como si fuese la última. Se dió de baja en todo para ejercer la vida.
Renunció a la educación por castrante. Renunció a su tierra natal, Suiza, por somnífera. Renunció a su clase social, la burguesía (si es suiza, insufrible), para largarse a Rusia a los 17 años y trabajar como aprendiz de relojero. Sólo se llevó unos paquetes de cigarrillos.
En el oscuro taller de San Petesburgo donde se maneja con las miniaturas que pretenden en vano simplificar el tiempo a través de la mecánica comprendió que el único destino de los relojes es el martillo.
En Rusia es testigo del domingo negro del 9 de enero de 1905: los cosacos del zar atacan espada a mano a los 20.000 hambrientos, sobre todo campesinos, que se manifiestan ante la residencia de verano del tirano. Mil muertos.
Blaise Cendrars (1887-1961)
Blaise Cendrars (1887-1961)
El relojero suizo cultiva la amistad de anarquistas y bolcheviques. Algunos de sus colegas son condenados a muerte.
Empieza a escribir y publicar.
“No mojaré la pluma en un tintero, sino en la vida”, afirma una mañana. No faltó a su palabra.
En 1913, establecido en el  trepidante París de la primera década del XX, amigo de los radicales del arte (Chagall, Léger, Modigliani), publica este poema:

Disonancias del arco iris en la telegrafía inalámbrica de la Torre 
Mediodía
Medianoche
En todos los rincones del universo se murmura: “Merde” 
Rayos
Cromo amarillo
Nos hemos contactado
Los transatlánticos se acercan desde todas las direcciones
Desaparecen
Todos están en movimiento
Y los relojes marchan
Paris-Midi informa que un profesor alemán fue devorado por los caníbales en el Congo
Bien hecho
Tiene agujas en los zapatos y se le clavan en la planta de los pies. No puede evitar el movimiento.
Habla seis idiomas. Intenta estudiar medicina en Berna para indagar en la verdad definitiva del desorden nervioso. Entiende que no son biológicos nuestros fantasmas y se matricula en Filosofía. Lo deja por el amor de su vida, la polaca Féla Poznanska. Regresa a San Petesburgo, viaja a Nueva York, vuelve a París en un barco en el que deportan a delincuentes y trabajadores del sexo. Se mezcla con ellos.
Renuncia a su filiación registral (Frédéric Louis Sauser) para incinerar el pasado. Elige nombre: Blaise Cendrars. En francés la palabra cendres significa cenizasUn arte (ars) calcinado.
“Lo he derribado todo. He dejado atrás mi vida anterior, todo lo que sé, todo lo que ignoro, mis ideas, mis creencias, mis vulgaridades, mis demencias, mis estupideces, la vida y la muerte”, escribe.
Apollinare le saluda como el mejor poeta del momento.
"Moravagine"
"Moravagine"
Escribe 19 poemas elásticos y prepara la que será su mejor novela, Moravagine. Vive con Féla en una granja. En  abril de 1914 nace su hijo Odilon, en honor al príncipe de los sueños Odilon Redon.
Sin que nadie en su círculo entienda por qué, se alista en la Legión Extranjera para combatir en la I Guerra Mundial. “Odio a los alemanes”, se justifica con parquedad.
En febrero de 1915, en un combate sangriento, la metralla le arranca el brazo derecho. Describe las consecuencias, años más tarde, en la novela La mano cortada: “Me he comprometido y como muchas veces en mi vida, estaba listo para ir hasta el fondo de mis actos. Pero no sabía que la Legión me haría beber de ese cáliz hasta los excrementos para conquistar mi libertad como hombre. Ser. Ser un hombre. Y descubrir la soledad“.
El manco viaja a Brasil, a Hollywood, edita reportajes catárticos y vivenciales que predicen el nuevo periodismo; recopila literatura africana de tradición oral; escribe dos de las novelas más peculiares del siglo XX,  Moravagine (1926) y El Hombre fulminado (1945)…
Varios adjetivos cuadran con la obra de Cendrars, lo cual implica que también se ajustan a su devenir sobre el mundo. Acaso el más justo sea vertiginoso.
Me entristece que en castellano sean tan escasas las posibilidades de encontrar sus libros (bellamente editados en el pasado, pero inencontrables entre tanta miseria en las librerías de hoy).
Por esa dejadez editorial tengo el atrevimiento de incluir a Cendrars -de cuya muerte se cumplieron cincuenta años en enero- en la sección Top Secret, admitiendo que su figura es demasiado grande para la consideración de autor de culto.
“La eternidad no es más que un breve instante en el espacio y el infinito lo atrapa a uno por los cabellos y lo fulmina en el acto. El tiempo no cuenta”, escribió.
Siempre con el martillo a mano para romper relojes.
Ánxel Grove

19 diciembre, 2014

CNT contra la Operación Pandora


 17/12/2014

Una vez más el sistema pone en marcha sus mecanismos de represión y manipulación mediática. Las élites económicas y políticas de esta España nuestra tienen una arraigada tradición casi obsesiva de intentar asustar a la sociedad con el “peligro anarquista”. Para ello, siempre se han valido de mentiras, engaños, montajes y falsas etiquetas. Se están empleando a fondo para convertirnos en el “enemigo público número uno”, ese que amenaza la paz social. Aunque realmente somos una amenaza porque cuestionamos sus privilegios y beneficios como clase social dominante y pretendemos erradicarlos por una cuestión de justicia social.

Sin duda, esto es un delito para ellos, y es la verdadera razón para criminalizar, reprimir e intentar aislar las ideas y valores del anarquismo.

Terrorismo organizado e institucional es la Ley Mordaza, la reforma laboral, el paro, los desahucios, la desmantelación y privatización de la sanidad, la educación y servicios públicos en general. Un nuevo intento de justificar la violación de libertades con su recién aprobada ley de seguridad ciudadana y de que miremos hacia otro lado mientras se produce el desfile de políticos corruptos camino a los juzgados.

La criminalización de los movimientos sociales empieza a tener escasa repercusión en una sociedad cansada de la manipulación mediática al servicio de gobiernos e intereses económicos, y empieza a identificar a los verdaderos culpables de la situación.

Basta ya de manipulación mediática.

No a la criminalización de los Movimientos Sociales.

No a la Ley Mordaza.

Secretariado Permanente del Comité Confederal
Confederación Nacional del Trabajo

18 diciembre, 2014

¿QUÉ HAY DETRÁS DE LA OPERACIÓN PANDORA?

https://argelaga.wordpress.com/2014/12/17/que-hay-detras-de-la-operacion-pandora/

17-12-2014 · antich2006

Si de algo estamos seguros, es de que el Gobierno español no pasa por sus mejores días. Inmerso hasta las cejas en un pantano de corrupción e incapaz de resolver, por un lado, la remodelación planteada por el soberanismo y, por el otro, los acuciantes problemas económicos, que ahogan a sectores cada vez más amplios de la población súbdita, teme que su falta de credibilidad y su impotencia terminen en una crisis de Estado que, ante una reacción popular que no se limitara a votar, podría tener consecuencias perjudiciales.

El Estado se está endureciendo. Como prueba, el intento de Interior de crear un fichero de personas arbitrariamente calificadas de “sospechosas” y la sanción a una Ley de Seguridad Ciudadana que da manos libres a la policía para reprimir cualquier movimiento de protesta callejera. Frente a quienes se proponen reformarlo constitucionalmente, o incluso “democratizarlo” para salvarlo, hay un sector político que pretende acorazarlo con toda clase de medidas represivas. Tras él se esconden la mayoría de poderes fácticos con mucho que perder en la crisis. Les ha entrado pánico y por eso el Estado se dispone a dar un golpe de timón; con este objetivo está preparando el terreno. Los medios de comunicación fueron los primeros que se entregaron a la tarea, mucho antes que la policía y los jueces. Hace tiempo que circulan noticias fantásticas sobre misteriosos viajeros internacionales, mensajeros de la anarquía, así como otras del mismo cariz alarmista tendentes a criminalizar el único medio opaco al Poder que existe (escandaloso de por sí): las casas okupas, los ateneos libertarios y los centros autogestionados.

El mensaje es claro: o nosotros o el caos. Los estrategas del Poder no creen que los libertarios y okupas sean sus enemigos más temibles, aunque tengan en mente el ejemplo de Can Vies. Bien al contrario, para ellos son un eslabón lo suficientemente débil como para servir de chivo expiatorio, una especie de aviso para navegantes. El burdo montaje del juez de la Audiencia Nacional, Bermúdez, no es una simple maniobra intimidatoria contra ellos y los posibles conflictos que puedan suscitarse en la defensa del Banc Expropiat de Gracia, amenazado de desalojo inminente. No hace falta leer entre líneas. Las detenciones de una docena de jóvenes, casi todos en Barcelona, la vieja Rosa de Foc, so pretexto de tres petardos caseros que estallaron hace dos años en sendos cajeros automáticos, actos calificados ridículamente de “terrorismo”, o el despliegue de cuatrocientos “mossos” en torno a la Kasa de la Muntanya, son hechos tan incongruentes y desproporcionados que no pueden disimular una intención infame. Ya hubo otros similares no hace mucho.

Quienes manejan los hilos de tan evidentes tramas son unos perturbados inútiles o simplemente tratan de advertir a otros –a la oposición legal– de que se dejen de monsergas, aplaudan la Ley Mordaza y hagan frente común con el Sistema. Puede que las dos cosas a la vez. La provocación a los libertarios, buena gente que no se deja amedrentar por nada, es el primer paso de una estrategia de la tensión que apunta más lejos. El Poder trata de alentar algaradas para meter miedo a la ciudadanía televidente. El Estado flojea, teme por su estabilidad, está al borde del ataque de nervios y por eso confía en que unos cuantos disturbios menores forjen la unidad del partido del orden. De cundir el ejemplo de las numerosas movilizaciones de ayer en toda la península y, sobre todo, de la enorme manifestación en Barcelona, dudamos que lo consiga.

¡Libertad a los detenidos!


14 diciembre, 2014

No está de más recordar que...


El peor analfabeto es el analfabeto político. 

Él no oye, no habla ni participa en los acontecimientos políticos. 

No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, 
del pescado, de la harina, del alquiler, del calzado y de las medicinas 
dependen de las decisiones políticas. 

El analfabeto político es tan animal que se enorgullece 
e hincha el pecho al decir que odia la política. 

No sabe el imbécil que de su ignorancia política proviene 
la prostituta, el menor abandonado, el asaltador, y el peor de los bandidos, 
que es el político aprovechador, embaucador y corrompido, 
lacayo de las empresas nacionales y multinacionales. 

Bertold Brecht

10 diciembre, 2014

La limosna, esa manzana envenenada

Julio Reyero - todoporhacer 10 diciembre, 2013 


Empecemos por el principio, ¿qué es la caridad? La caridad es un precepto religioso que solo puede ejercerse en una sociedad dividida en clases sociales. En su propia definición lleva implícita una desigualdad social asumida, pues obliga al creyente a entregar sus bienes a quienes carecen de lo que a él le sobra. Todas las religiones, como buenos somníferos que contribuyen a la paz social, incluyen este mandato entre las órdenes de su dios. En el Cristianismo es una de las tres virtudes teologales junto a la Esperanza (un pecado en la Grecia Clásica) y la Fe. En el Islam toma el nombre de Zakat y en el judaísmo el de Tzezaka, que establece 8 niveles distintos de “calidad” de la misma a la hora de cumplir con Dios. Dependerá de la mayor o menor voluntad de quien entrega la caridad así como del anonimato o conocimiento de los implicados en el proceso. En el caso del budismo se llega hasta a exigir que se entregue incluso lo necesario para uno mismo.
Esta aparente forma de redistribución de la riqueza exige unas posiciones y tiene unas consecuencias para los participantes que es necesario tener en cuenta para valorar en su justa medida lo que la limosna lleva implícito, incluso si, haciendo un esfuerzo, no queremos dudar de sus intenciones.

A pesar de todos los discursos sobre el desinterés de esta práctica, no puede haber tal desinterés cuando se está actuando por mandato directo de dios y la desobediencia, según cualquier precepto religioso, se castiga eternamente. En ocasiones, donde no se mantiene una creencia, juegan un papel importante los sentimientos de satisfacción personal o directamente la rentabilidad publicitaria cuando la acción caritativa es de una envergadura considerable. Evidentemente, son quienes se ven en posesión de la riqueza concentrada aquellos cuya situación permite donaciones verdaderamente efectivas y sobre todo visibles.

Pero quizá la principal razón por la que la élite social impulsa la caridad es porque el sistema socioeconómico no va a ser puesto en tela de juicio. Demos de comer al pobre, pero que nadie pregunte por qué no puede hacerlo por sí mismo, parece ser la máxima.
Aquél que recibe esta acción caritativa tampoco está autorizado a hacerse preguntas. Su papel queda relegado al de un mero instrumento de la voluntad divina y objeto para que otro desarrolle la caridad en los términos que acabamos de explicar. La consecuencia para quienes se ven obligados por las circunstancias a sobrevivir de la dádiva es que como mínimo deberá asumir el rol pasivo que se le adjudica y someterse al modelo social que le ha llevado a esa miseria, culpabilizándose con frecuencia a sí mismo de su suerte. La destrucción de la personalidad que esto supone es incalculable, y esta desactivación de la contestación social que podrían suponer los “pobres” es para las élites uno de los valores más importantes de la caridad.

Sabiendo que la mayor parte de las organizaciones dedicadas a la caridad (y por supuesto las más importantes) pertenecen a la Iglesia Católica, no se puede desdeñar tampoco el adoctrinamiento religioso que la caridad supone debido a la natural gratitud desarrollada por quienes reciben aquello que necesitan. Esto no viene sino a reforzar la resignación a las condiciones de vida impuestas por cuanto quien espera algo en la prometida “otra vida” adormece la voluntad de conseguirlo en ésta.

Pero, ¿esa es la voluntad de la Iglesia? ¿cuál ha sido su actitud histórica ante las propuestas de acabar con el sistema social que produce una legión de pobres? Todo el empeño de esta institución ha sido defenderlo con uñas y dientes por todos los medios a su alcance. Esto es lo que se deduce de un vistazo a las encíclicas elaboradas por el papado en la segunda mitad del siglo XIX. “Quanta Cura”, elaborada en 1864 por Pío IX, está repleta de condenas entre las que destacan la dirigida contra la libertad de expresión y contra la libertad de culto. Bajo la idea de que estas libertades no son más que la libertad de “perdición”, y una vez establecida que la única fuente de verdad es la religión católica, se ahoga toda voz que cuestione el poder.

De igual forma, León XIII dicta la “Rerum Novarum” en 1891, acusando al socialismo (generalizando a todas sus corrientes, entre ellas el anarquismo) de empeorar la condición de los trabajadores. Asimismo defiende sin rubor la propiedad privada “con derecho estable y perpetuo”. “Se halla en la misma ley natural el fundamento y razón de la división de bienes y de la propiedad privada”, llega a decir. Si esta es la posición de la institución religiosa más grande del mundo que impulsa de manera activa la práctica de la caridad, queda claro que ésta última no viene a romper el yugo que establece esa misma propiedad privada que defienden férreamente. Oscar Wilde apreció la hipocresía de este comportamiento: “Es inmoral usar la propiedad privada a fin de aliviar los terribles males que resultan de la misma institución de la propiedad privada. Es a la vez inmoral e injusto” (El Alma del Hombre Bajo el Socialismo, 1898).

Pero en el caso de las religiones lo inmoral se relativiza a medida que se asciende en la escala social, y la justicia no es un valor a aplicar en este mundo. Atendiendo al comportamiento de dos de las instituciones caritativas más importantes, y de una de las ONGs más carismáticas relacionadas con la Iglesia, nos podremos hacer una idea de lo expuesto anteriormente.

Cáritas

Cáritas es una organización internacional que trabaja en cerca de 200 países con 162 sucursales. Una de ellas es la que desarrolla su actividad en España, con 6.000 organismos en parroquias y 68 en obispados. A pesar de su vinculación estatutaria a la Iglesia Católica, sólo un 2% de su financiación proviene de ella. Alrededor de un 40% del dinero procede de subvenciones públicas y el resto de empresas y donantes privados.

Uno de sus principales mecenas ha sido Amancio Ortega, dueño de Inditex, que entregó a la organización 20 millones de euros en octubre de 2012, la mayor donación realizada a una ONG. Este acto de caridad ocupó primeras páginas de todos los diarios nacionales, así como minutos de oro en los informativos de radio y televisión, una publicidad nada desdeñable en los tiempos que corren. Lo que no ocupó el tiempo noticiable fueron las inspecciones que el gobierno brasileño llevó a cabo en fábricas que suministran el 90% de la ropa a Inditex. Allí se liberaron a 15 personas en lo que se calificó de “semiesclavitud” y se levantó acta de la presencia de niños. De igual modo Inditex ha tenido que hacer frente a numerosas denuncias por condiciones de trabajo similares en Argentina.

En el mismo grupo de grandes personalidades “filantrópicas” podríamos incluir a Joan Roig, dueño de la cadena de supermercados Mercadona, que suministró 42.000 kilos de comida a través de un convenio firmado con Cáritas. Al mismo tiempo, el señor Roig impulsaba en los medios con comentarios grotescos la reforma laboral que Fátima Báñez llevó al Congreso para su aprobación en 2012. Para Roig, nuestro “derroche” ha sido una de las causas de lo que han llamado “crisis económica”, insta a “desincentivarnos” de usar la sanidad, la educación y la justicia como se ha hecho con las bolsas de plástico, y hay que alabar el esfuerzo laboral de los bazares chinos como ejemplo que deberíamos seguir, además de teorizar sobre la necesidad de rebajar las condiciones de vida de los trabajadores (aún más, se entiende) si no queremos “esforzarnos más”. A pesar de aparecer constantemente como empresa modelo del sector, no sólo por la obtención en 2012 de unos beneficios de 508 millones de euros, sino por su compromiso ético, Mercadona es una de las empresas más condenadas por acoso laboral a las mujeres, obstaculizando las bajas por maternidad e incapacidad y acumulando decenas de sentencias por abuso. Evidentemente no le ha venido mal una campaña de imagen.

El ex-ministro de Asuntos Exteriores de Aznar, Abel Matutes, con una larga trayectoria política enraizada en el franquismo y un imperio de hoteles y compañías de transporte, da nombre a la fundación que dirige su familia, que entregó 60.000 euros a Cáritas y otras organizaciones. También obtuvo pingües beneficios de una parcela comprada justo el día anterior de su expropiación por el Consejo Insular, que indemnizó generosamente. En sintonía con este tipo de movimientos sospechosos ha estado la actividad de una de sus hijas, Stella Matutes, imputada por tráfico de influencias como Consellera de Vias y Obras, al recalificar terrenos donde las empresas familiares proyectaban edificar. Su actividad destructiva del patrimonio ecológico de Ibiza con la construcción de hoteles de su grupo y el impulso de autopistas ha sido una constante como método de amasar una fortuna y posteriormente ejercer la caridad.

La colaboración de la clase política madrileña con Cáritas, a través de Ignacio González, se escenificó en la entrega de mil viviendas del IVIMA (Instituto de la Vivienda de Madrid). Que el organismo dedicado a facilitar el acceso a la vivienda haga dejación de funciones en manos de una organización de caridad es el ejemplo más claro de la idea de justicia social que tienen. Siendo conscientes de que ningún organismo público ni responsable político alguno han cumplido nunca con la obligación de que nadie esté en la calle habiendo viviendas vacías, la “clave de bóveda” de la maniobra es que al IVIMA se le pueden exigir responsabilidades por ello, pero a Cáritas no. Por si el asunto no era suficientemente vergonzoso, antes de la entrega desalojaron a gente de algunas de las viviendas que Cáritas afirma tener la intención de alquilar (a unos 200€)… ¡a familias desahuciadas!

En el plano internacional Cáritas ha sido puesta en tela de juicio en más de una ocasión. Los machetes enviados por la organización a Ruanda, utilizados en el genocidio de 1994, y la colaboración con los asesinos de Madeleine Raffin, responsable de Cáritas en la región de los Grandes Lagos, han sido algunas de las acusaciones que detalla Jean-Paul Gouteux en su libro Apología de la Blasfemia. En la recta final de las guerras que trocearon Yugoslavia a finales de los años 90, los camiones de Cáritas Internacional fueron utilizados para transportar armas desde el puerto de Ancona hasta el norte de Albania como publicó en su día el Corriere de la Sera.

En marzo de 2013 ha renovado por cuatro años más la presidencia de Cáritas española Rafael del Río Sendino, el que fue Director General de la Policía entre enero del 83 y noviembre del 86 y Director de Seguridad de Iberia posteriormente. En el cuerpo desde 1962, fue ascendido por José Barrionuevo, y estuvo en el ojo del huracán durante la investigación sobre los GAL, siendo interrogado por las circunstancias que rodearon el asesinato de Santiago Brouard, y llegando a un punto en que la acusación popular pidió su encarcelamiento por encubrir el terrorismo de Estado. Sus faltas de memoria fueron también noticia durante la investigación de la desaparición de Santiago Corella, el “Nani”. Desde luego, teniendo en cuenta quién dirige la institución poco puede sorprender quién colabora con ella.

Intermón&Oxfam

En este caso, bajo una apariencia totalmente laica y una actividad de proyectos de cooperación, “comercio justo” y denuncia social, se encubre el control más o menos directo de la Compañía de Jesús (su nombre original fue “Secretariado de Misiones y Propaganda de la Compañía de Jesús”) y la colaboración en el “Consejo Asesor” de algunos de los principales responsables de la situación social que sufrimos.

El nombre de Antonio Gutiérrez, exsecretario general de CCOO, ex-diputado del PSOE y ex-asesor de la Fundación Caja Madrid, será conocido por muchos, aunque es probable que no tantos se acuerden de que fue el responsable en el año 97 de un acuerdo con el primer gobierno de Aznar por el que se redujo la indemnización por despido, por poner un solo ejemplo.

Ramón Forn sin embargo es un nombre que no sonará a nadie. Este asesor de Intermón, relacionado con ESADE, es socio-director de McKinsey Spain, consultoría que lo mismo hace informes para Iberia relacionando salarios y productividad que justifiquen los últimos ataques de la compañía contra los trabajadores, que analiza sistemas sanitarios, como hizo en 2001, para acabar concluyendo (¡cómo no!) que era necesaria la introducción del sector privado en el sistema sanitario público. Mckinsey también recomendaba “complementar” las coberturas con seguros privados.

Pero los casos de Inocencio Arias y de Rafael Arias Salgado formando parte del consejo asesor de Intermón son especialmente sangrantes. Inocencio Arias fue Director General del Real Madrid y durante su estancia en la entidad deportiva los neonazis de Ultrasur se paseaban con total libertad por las instalaciones compadreando incluso con la directiva, que les compraba la lotería de navidad, a pesar de las decenas de sentencias acumuladas por agresiones y tenencia ilícita de armas. Pero si por algo se le recuerda es por ejercer de embajador en la ONU del gobierno cuando Aznar envió tropas a Iraq, aventura neocolonial que ha defendido siempre como “legal y legítima”.

Rafael Arias Salgado, además de ser hijo de un ministro franquista y de presidir PROSEGUR entre el año 83 y 85, fue el ministro de Fomento que en abril del 98 desarrolló la famosa Ley del Suelo, con las consecuencias sobre los precios de la vivienda conocidas por todos. Hoy preside Carrefour España (razón por la que no es extraño encontrar los productos de Intermón en sus estantes) y World Duty Free Group, empresa que se ha hecho con la concesión de las tiendas “Duty Free” de 11 aeropuertos españoles, entre ellos Barajas. Esta gestión le pertenecía a la empresa pública ALDEASA hasta que su colega Rodrigo Rato la privatizó cuando ambos eran ministros.

Con este “material humano” no es extraño que el “comercio justo” que patrocina haya caído rápidamente en manos de multinacionales como Carrefour, o que hayan suscrito convenios con Sol Meliá, propiedad de la familia Escarrer (una de las 10 fortunas más grandes de España), que construye en México en zonas de alto valor ecológico, enajena el agua potable en Costa Rica para regar campos de golf como el del Resort Paradisus en Playa Conchal, devasta bosques de manglar y presiona a los gobiernos para que deroguen las leyes de protección de estos ecosistemas, por no hablar de la explotación semiesclavista de sus trabajadores.

Creo que se puede convenir sin esfuerzo que si esta gente es la que asesora a la ONG es imposible que su acción vaya encaminada a nada que se parezca a la justicia ni a la igualdad, siendo responsables de la brecha social abierta en sentido opuesto a esos términos.
Fundación Española de Banco de Alimentos (FESBAL)

Pero sin duda la institución caritativa más mediática últimamente es la FESBAL. A esto ayudó el premio Príncipe de Asturias a la Concordia en 2012 votado por un jurado en el que se encontraban Rodrigo Rato y Alicia Koplowitz entre otros. Como vemos, la presencia de estos sujetos en el impulso caritativo es constante, y una muestra más es el nombramiento de la señora Ana Botella como presidenta honorífica del Banco de Alimentos de Madrid. Aprovechando su nombramiento impulsó la inversión de su patrimonio en la SICAV Gescartera en el año 2001.

La FESBAL tiene una vinculación con el Opus Dei estrecha. El desarrollo de la organización fue gracias al impulso de un empresario barcelonés y del sacerdote de la Obra José María Sanabria, como así lo relata su actual presidente, Jose Antonio Busto Villa en una entrevista a la web de Torreciudad publicada en la página oficial del Opus. Otro de los indicios de esta relación lo tenemos en que el anterior y el actual presidente del Banco de Alimentos de Valladolid, Mariano Posadas y Jose María Zárate, son socios supernumerarios.

Conviene saber que la FESBAL no reparte comida directamente a los pobres, algo que con frecuencia se soslaya. En la memoria del Banco de Alimentos de Madrid de 2011 podemos comprobar que son parroquias, conventos y monasterios en más de un 90%. Pero dentro de los pocos centros que no son religiosos podemos sorprendernos al encontrar a dos instituciones antiabortistas, la Fundación Vida y Provida-Alcalá. Tampoco se explica por qué reparten alimentos en el Seminario Redemptoris Mater del Camino Neocatecumenal o en los colegios que los Legionarios de Cristo poseen en El Plantío (Mahadahonda) y en La Moraleja, de mujeres y hombres respectivamente. Lo que sí vemos es que han recibido para ello 40.000 euros de la Comunidad de Madrid, 24.687 del Ayuntamiento de Madrid y 3.100 del consistorio alcalaíno. En el verano de 2012 ya fue un escándalo el hecho de conocerse que en una residencia femenina de Granada regentada por las monjas franciscanas de Nuestra Señora del Buen Consejo estuviesen dando alimentos procedentes de la FESBAL a las niñas a las que cobraban más de 600 euros por alojamiento y manutención.

En definitiva, queda claro que las instituciones religiosas siempre serán firmes defensoras de la autoridad, y por tanto del orden establecido. En ocasiones algunas organizaciones están encubriendo su vinculación a la Iglesia eludiendo así su responsabilidad en la actitud de aquella. La caridad, como hemos visto, está impulsada por quienes sostienen el statu quo, ya que no cuestiona el origen de la pobreza y contribuye a la paz social. Las necesidades básicas para no caer en la exclusión no podemos dejarlas en manos de la misma gente que provoca esa miseria y debemos reinventar mecanismos de solidaridad que atendiendo estas necesidades continúen generando o recuperando conciencia de clase y espíritu de lucha.

"Bancos de Alimentos y Neoliberalismo: han llegado para quedarse" "http://losdeabajoalaizquierda.blogspot.com.es/2009/04/la-caridad-analgesico-para-los-pobres.html"

08 diciembre, 2014

La enfermedad moral del patriotismo

Jorge Majfud

Natural es todo aquello que inventaron los hombres y las mujeres antes que naciésemos nosotros; toda mentira que no cuestionamos es necesariamente una verdad. Una mentira útil nunca sirve al engañado sino al que engaña. Una mentira útil, un instrumento de la perversión inhumana es el patriotismo.

Por todos lados vemos inflamados discursos patrióticos, actos públicos, guerras y matanzas, ofensas y contraofensas, ceremonias de honor y ritos solemnes impulsados por esa orgullosa y arbitraria discriminación que se llama patriotismo. Claro, no se pueden montar discursos en nombre de los intereses de una clase social, ya que la tradición no es suficiente para sostener un concepto moralmente insignificante y generalmente negativo, como lo es el concepto de «interés». Por lo tanto, se apela a un concepto de larga y bien construida tradición positiva: el patriotismo. Con ello, se niega la división interna de la sociedad afirmando la división externa. La división interna —de clases, de intereses— no desaparece, pero se vuelve invisible y, a la larga, se consolida con la sangre del patriota que no pertenece al reducido círculo de los intereses que la promueven. El patriota muere religiosamente por su patria. Su patria concede medallas a sus padres, a sus hijos, y toda la seguridad a sus «intereses». Así, morir es un honor. El honor no procede de una reflexión moral sino del discurso patriótico, del rito, de los símbolos nacionales, de una virtual trascendencia del individuo en la «salvación» de su patria.

No voy a entrar ahora a analizar el significado de la trágica sustitución de interés real por patriotismo interesado. Simplemente me bastará con anotar que sólo la idea de «patriotismo» es insostenible, desde un punto de vista humano, desde la conciencia de la especie a la que pertenecemos. Es más: el patriotismo no sólo es insostenible para cualquier humanismo, sino que se lo usa para destruir a una humanidad que busca, desesperadamente, su conciencia universal.

El sentimiento patriótico es pasivo y activo, es impulsado por los ritos, por los discursos y por las ceremonias. Pero también es el motor de todas ellas. El patriotismo es la conciencia egoísta de la tribu que le impide la evolución a un estado de conciencia universal: la conciencia humana. El patriotismo es uno de los mitos más consolidados desde los últimos siglos. Por naturaleza, el patriotismo no sólo es la confirmación casi inocente de la pérdida de individualidad en beneficio de un símbolo artificial, creado por la milenaria tendencia humana del dominio de una tribu sobre las otras.

Ahora bien, podemos decir que un país puede ser una región cultural más o menos definida —y siempre imprecisa—; que la idea de país tiene ventajas en la organización administrativa de la vida pública. De acuerdo. Pero el reclamado sentimiento patriótico, mezcla de fanatismo religioso y utilidad secular, antes que nada es la negación de todos los pueblos que no incluyen al patriota. Si soy nacionalista, si soy patriota, estoy dando prioridad moral a un conjunto de hombres y mujeres desconocidas (mis compatriotas) sobre un conjunto más amplio de  desconocidos (la humanidad). Puedo beneficiar a mi familia, a mi ciudad, a mi país en alguna decisión propia. De hecho siempre tendremos tendencia a beneficiar a nuestra familia antes que a la familia del vecino. Pero puedo hacerlo de forma consciente y no valiéndome de una mentira para justificar cualquier acto delictivo de alguno de los integrantes de mi círculo afectivo más próximo. Y el patriotismo es precisamente eso: una condición de irreflexividad. Para ser patriota debo aceptar cierto grado de acrítica —a veces mínimo, a veces obsceno—, pero ese grado, por mínimo que sea, es todo lo que tiene de patriota un individuo. Todo lo demás es lo que tiene de individuo. Esto no niega que alguien pueda sentir «amor» por un lugar concreto, por un país, y que pueda dar la vida en su defensa. Un sentimiento de amor es irrefutable. Pero este «entregar la vida por amor» no significa que la motivación de los hechos no esté motivada en un error, en un engaño. El amor es irrefutable, pero lo que hace el amor sí puede serlo. Y para que ese amor se identifique con la motivación errónea en necesario, además, un fuerte sentimiento patriótico. Para que ese amor nos lleve a la muerte sin el paso previo de una profunda reflexión moral es necesario un código incuestionable, una condición de fanatismo, el anestésico de un rito religioso, el patriotismo. De esta forma, la estrategia más efectiva del patriotismo consiste en identificarse —entre otras cosas— con el amor, es decir, con el altruismo, siendo que su objetivo es, paradójicamente, egoísta. Es decir, en nombre del altruismo, el egoísmo; en nombre de la unión, la discriminación.

No podemos negarlo. Todo patriotismo significa una discriminación, un crédito que extendemos a quienes comparten nuestra nacionalidad y se lo negamos a quienes no la comparten. Ahora, ¿por qué este crédito? Este crédito moral sólo puede tener una función profiláctica, pretende evitar la crítica y el cuestionamiento a quienes poseen el beneficio, la alianza interior. Pero es un crédito injusto, inhumano, discriminatorio, arbitrario.

La reflexión es cuestionamiento, el cuestionamiento es duda, y la duda siempre es un estorbo para los intereses ajenos. Un soldado que piense gasta inútilmente sus energías mentales. Si acaso se niega a ir a una guerra que considera injusta, recibirá todo el peso de la ley, la cárcel, y la lapidaria deshonra de «traidor a la patria». Lo que demuestra, una vez más, que sólo un reducido grupo —con intereses y con poder— puede administrar el significado de lo que es y no es «patriota». Es decir, patriota es alguien que no cuestiona, que no critica. El patriota ideal no piensa.

Yo me reconozco como uruguayo. Reconozco una vaga región cultural llamada Uruguay. Pero de ninguna manera soy patriota. Me niego a ser patriota como me niego a responder a una raza —otra histórica arbitrariedad de la ignorancia humana—. Me niego a inyectarme ese sentimiento militarista. Ser patriota es confirmar la arbitrariedad de haber nacido en un lugar cualquiera de este mundo, negando el mismo derecho que merece un africano o un asiático de merecer mi más profundo respeto, mi más firme defensa como ser humano. Desde niños, las instituciones sociales nos imponen ese sentimiento. Hace varios años uno de mis personajes, en el momento de jurar «dar la vida por su bandera» en su tierna infancia, gritó «no juro», alegando que ese juramento era inválido e inútil, que gracias a ese juramento los asesinos y corruptos podían recibir sus credenciales de ciudadanía igual que cualquier honesto trabajador. Etc. Estoy de acuerdo con mi propio personaje. ¿Por qué debo amar a un desconocido compatriota más que a un desconocido australiano o más que a un desconocido portugués? ¿Por qué habría de entregar mi vida por una región del mundo en desmedro de otra? ¿Por qué el Uruguay habría de ser más sagrado que el Congo o Singapur? ¿Por qué debo considerar a mis compatriotas más hermanos que un argelino o un mexicano? Sí, me siento culturalmente más próximo a otro uruguayo, compartimos una historia, una forma de sentir el mundo, de hablar, de comer. Pero eso no le da prioridad a ningún compatriota mío a ser considerado más ser humano que cualquier otro.

Por todo eso, y por mucho más, no soy patriota. Seré patriota el día que se reconozca como única patria a la humanidad —así, sin discriminaciones.

29 noviembre, 2014

El juicio contra Alfon evidencia la persecución policial

25/11/201 La esperada vista en el tribunal ha dejado en evidencia la fragilidad de las estrategias criminalizadoras contra el joven que acudió a la huelga general del 14-N.



Tras el surrealista aplazamiento el pasado 18 de noviembre por incomparecencia de los policías que le acusaban –estaban “de vacaciones”–, el esperado juicio contra Alfonso Fernández Ortega, Alfon, por asistir a la huelga general del 14N (portando explosivos según la policía), finalmente ha tenido lugar esta mañana. Y ha dejado en evidencia lo endeble de las estrategias criminalizadoras contra la protesta que la Policía y este Gobierno pretenden convertir en norma con la venidera Ley Mordaza.

Al igual que en la cita aplazada, se nos convocó a las 10 de la mañana en la Audiencia Provincial de Madrid. Pero a diferencia de la malograda primera fecha, en esta ocasión se evitó el desfile de activistas, políticos y caras conocidas entre el público, pasando el juicio a la diminuta sala 3 que sólo permite 19 invitados. Por suerte se me permitió acceder como prensa, “como ciudadano e informador tienes el derecho”, me espetó un entrajado bedel.

Mientras los medios hacíamos cola para acreditarnos, los policías y bedeles plantearon una interesante discusión sobre la importancia de dejar pasar primero a Telemadrid. En efecto, las cámaras de la polémica cadena, acusada de manipulación a favor del PP, fue custodiada por un grupo de serviles bedeles y policías delante de nuestros atónitos ojos. Por suerte nosotros también pudimos acceder a la sala y, tras ser obligado a borrar una foto que saqué en el pasillo e instruido sobre el complejo procedimiento mediático (“Sólo video mudo, nada de fotos”), empezó el juicio, con la presencia de 19 invitados y muchos medios (algunos de los cuales, como los dos sentados a mi lado, sólo cubrieron a los testigos de la acusación y se fueron cuando llegó la defensa).

Se volvió a cuestionar la aparición de pruebas de última hora. Al igual que en el juicio aplazado, unos informes periciales sobre la presencia de gasolina en las botellas incautadas, que nadie parecía haber pedido, se formalizaron 2 años después de los hechos, ahora aparecía una nueva prueba en el mismo día del juicio que la defensa no había podido conocer hasta el propio juicio. El fiscal destapa su principal argumento, repetido una y otra vez, para acusar: “No se puede dudar de la imparcialidad de la Policía”. La jueza, reconocida por todos como muy “garantista”, decide aceptarla y da paso al interrogatorio de Alfon por parte del fiscal. El procurador se lanza a su juicio ideológico, porque no puede ser tachado de ninguna otra cosa, con fruición.

El fiscal centra su interrogatorio en la pertenencia de Alfon a distintos grupos antifascistas, como clara evidencia de su peligrosidad y violencia. 

Sin preámbulos, centra su interrogatorio en la pertenencia de Alfon a distintos grupos antifascistas como clara evidencia de su peligrosidad y violencia. “¿Usted es miembro de Bukaneros?”, le espeta agresivo. “Sí”, contesta tranquilo Alfon. “¿Entonces por qué dijo no serlo en las dependencias policiales cuando le arrestaron?”, contrataca virulento el fiscal. Alfon explica que la presión y amenazas que sufrió le hicieron temer declarar algo que perjudicase a sus compañeros. El fiscal mantiene la presión para adentramos en la parte más delirante del juicio: “¿Pertenece usted a las Brigadas Antifascistas o BAF?”. “No”, contesta extrañado Alfon. “¿Entonces por qué tiene una camiseta de las BAF?, ¿suele usted llevar camisetas de organizaciones con las que no se identifica?”, replica triunfal el procurador.

La sala se pierde en un aturdimiento general, rememorando las miles de camisetas con lemas en inglés compradas sin saber ni lo que quieren decir. “No comprendo”, interpone Alfon. “¿Por qué salía en una foto encontrada en su ordenador con una camiseta de las BAF? ¿Por qué tiene una camiseta así?”, proclama arrebatado el fiscal como quien ha encontrado las armas de destrucción masiva en Irak. “Porque me gusta”, contesta Alfon. Erlantz, el abogado de Alfon, zanjaría la cuestión de la camiseta preguntando a Alfon: “¿Tuvo que presentar su DNI o firmar alguna solicitud para comprar esas camisetas, ratificar su adhesión al grupo?”. A lo que Alfon contestó, lógicamente, que no. Que de hecho se la habían regalado.

Esta línea de criminalización ideológica todavía habría de durar un rato. “Ha escrito usted en la página de Facebook de Soldados ADRV?”, inquiere el fiscal. “Sí”, reitera Alfon. Tras plantear la peligrosa radicalidad antifascista de los seguidores de la Asociación del Rayo Vallecano, el agente del ministerio público acaba por asestar la que cree su estocada mortal: “¿Reconoce haber escrito en una conversación en Whatsapp con el grupo ADRV: ‘Hay que acudir a la huelga combativa. No hay que ir de legales ni cívicos. Eso les joderá más a CCOO y UGT’?”. “Supongo, no lo recuerdo exactamente”, ofrece tranquilo Alfon. “O sea que usted aboga por saltarse la ley”, interrumpe excitado el procurador. “Yo lo que quiero decir es que la huelga es una herramienta para defendernos de la opresión y hay que utilizarla en toda su extensión”.

El fiscal no parece contento con la coherencia de Alfon y pierde un buen rato en intentar hacerle afirmar que el buscaba la violencia en la huelga. Alfon no cede y explica una y otra vez su disconformidad con cierta connivencia de los sindicatos CCOO y UGT con la patronal. Entonces saltamos a la tercera pata magistral de la acusación: “Daria, exnovia de Alfon detenida ese día junto a él, llevaba el número de teléfono de su abogado escrito en el antebrazo. Aunque se explica que fue Elena Ortega, madre de Alfon, la empeñada en cumplir una tradición de los movimientos sociales con la que todos los manifestantes estamos tristemente familiarizados (Legalsol siempre publica en las redes los nombres y números de los abogados por si detienen a manifestantes; costumbre cada vez más habitual). Pero el fiscal cree ver en esta rutina una prueba del demoníaco adiestramiento violento de Alfon y Daira. “Nadie lleva el número de su abogado tatuado o escrito en la piel”, reiterará varias veces a lo largo del juicio y en su alegato final intentando imponer su moral burguesa y madura a rutinas juveniles y ciudadanas que parece desconocer.

Para terminar su ronda criminalizadora ideológica —ningún tiempo dedicado a demostrar si llevaba o no explosivos y todo a plantear sus ligazones ideológicas con la izquierda “radical”—, el fiscal le espeta a un desconcertado Alfon: “¿Sabe usted que se publicaron unas fotos con coches policiales ardiendo y el lema de las BAF para pedir su liberación?, ¿No cree que esas fotos acreditan su pertenencia a las BAF?”. “Pues pregúnteselo a quien las publicase, yo no sé nada de esas fotos, como de tantas otras”, concluye Alfon extrañado. Es Erlantz Ibarrondo el que a continuación interroga a Alfon, subrayando la persecución a la que el joven ha venido siendo sometido desde hace años por el mero hecho de ser Bukanero y su concienciación social (no se menciona en el juicio, pero la amistad de Alfon con el joven antifascista Carlos Palomino, vilmente asesinado en el metro por un grupo de fascistas, es determinante en su compromiso social, como contó en un acto en el Teatro del Barrio).

En este tramo Alfon cuenta cómo le han perseguido coches patrulla insultándole y riéndose de él por la calle o cómo en una ocasión pararon a su entonces novia para aconsejarle que le abandonase porque era muy peligroso. Luego, su madre Elena, contaría cómo en una ocasión que bajó a comprar tabaco la detuvo un grupo de policías para decirle que su hijo se relacionaba con gente muy peligrosa y que iba acabar mal. Esto el fiscal lo describió como un “generoso interés de la policía en el bienestar de su hijo que ella intenta convertir en agobio porque los policías se preocupan por su hijo”. Entramos entonces en la sección desfile de policías. En todos los formatos: ante nosotros, ocultos con un aparatoso sistema de biombos e, incluso, por videoconferencia desde la policía científica.

Destacaría que uno de los agentes acusadores (todos aseguran haber visto a Alfon llevando la bolsa con los explosivos, aunque no hay huellas digitales del joven en la bolsa… ¿telequinesia?) portaba una llamativa camiseta de un equipo de rugby de Sudáfrica con el lema “Johannesburgo DP HK” y el dorsal “22”. No creo que fuese seguidor del equipo ni jugador en el mismo. Todos nos hablan de los grupos de ideología radical que son los antifascistas (curioso que ahora sean los que combaten a los fascistas y neonazis los peligrosos). Las preguntas del fiscal se centran entonces en demostrar el seguimiento de estos grupos de Alfon en sus desplazamientos con los Bukaneros y en definir "la peligrosidad de los BAF y otros grupos de fútbol o antifascistas".

Las preguntas de Erlantz se centran en denunciar, escandalizado, el seguimiento (persecución sería el término adecuado) personalizado que se hace de Alfon entre 2009 y 2011. En un informe de 30 páginas se detalla cada viaje que hace. “Leo que hace un viaje a Zaragoza en compañía de 100 personas. Como este registro hay cientos más. ¿Se registran cuando hay incidencias?”, pregunta Erlantz indignado. “Sí”, responde un agente tras otro (ocultos tras el biombo). “¿Y si en este viaje y otros no hubo incidencia alguna por qué se ha guardado registro? El único nexo es que está Alfonso”, añade Erlantz educadamente. A continuación plantea la cuestión central: “¿Qué habilitación legal le permite seguir a un ciudadano durante dos años si no ha participado en ningún incidente?”.

Los agentes no han sabido explicar el procedimiento alegal que han seguido con Alfon.

Uno tras otro, los agentes responden que no saben, que eso se lo debería preguntar al Secretario del Estado, que él sabrá por qué pueden recoger esa información sobre un particular sin incidentes. Ante la insistencia de Erlantz de que es un seguimiento muy exhaustivo y que de dónde ha salido esta información, la última agente, mujer, con un tono desafiante contesta que no lo sabe pero que se podrá hacer si se hace. “¿A pesar de que es usted quien ha validado estos informes?”, le aclara Erlantz. Ella no puede explicar el procedimiento alegal que han seguido.

Conclusión: la Policía no tiene control legal de los seguimientos/acosos que hace de ciudadanos. También destaca Erlantz la falsedad de la afirmación de Policía y fiscal de que en un día tan significativo como la huelga general no se hizo un seguimiento especial ni dispositivo para vigilar a Alfon y otros activistas. “Todo fue casual”, afirman fiscal y agentes una y otra vez a pesar de contarnos el impresionante seguimiento de 2009 a 2011 que registran de Alfon. Pero la actuación más desmedida del fiscal llegará con el interrogatorio a Daira, exnovia de Alfon detenida ese día.

El tono agresivo e impertinente del fiscal llega a tales extremos que la jueza tiene que llamarle la atención en dos ocasiones. En una ocasión, tras interrumpirla repetidamente, acaba por espetarle con extremo cinismo “A ver si esta vez me quiere contestar a la pregunta”, ante lo cual la jueza se ve obligada a recordarle: “Por imperativo legal tiene que contestar, así que no es necesario que utilice ese tono; y en cualquier caso ya le ha contestado”. Era el intento del fiscal de que Daria dijese lo contrario de lo que quería decir: que no sabía qué había en la bolsa, que no lo vio ni se lo mostraron los agentes. Al volver por décima vez a preguntar si no vio la bolsa se desata una hilaridad contenida en la sala que obliga a la jueza a declarar que “no voy a permitir burlas y mucho menos risitas”.

La segunda llamada de atención al fiscal llegó cuando este interrumpía sin cesar a Daria espetándole que no estaba contestando. “No me parece oportuno ese tono”, le recriminó la jueza. “Y si no contesta es porque no le deja”, añadió impaciente.

Y por fin llegan los alegatos finales. El del fiscal es un ejercicio de encaje que intenta tejer conjeturas y suposiciones a descalificaciones ideológicas que pintan a los antifascistas como peligrosos criminales que nada tienen que ver con la ofensiva fascista y neonazi (en muchos casos miembros de la policía) que machaca el cinturón rojo de Madrid desde hace años. El ejercicio máximo de cinismo llega cuando el fiscal se lanza a apropiarse de la huelga general que él y sus agentes han estado criminalizando durante todo el juicio como “la fiesta de la democracia”. “A diferencia de usted que cree que hay que saltarse la ley y acudir a la violencia”, le espeta a Alfon (del que debo decir que a pesar de estar aparentemente muy tranquilo durante todo el juicio me estranguló el corazón al ver en varios momentos cómo le temblaban las manos).

Pero el prodigio aún estaba por llegar. El alegato de Erlantz Ibarrondo se convirtió en una demoledora datación de las mil incoherencias e irregularidades que han plagado este proceso. Empezando con un recuerdo a la fórmula que debe presidir todo proceso legal: in dubio pro reo, el principio jurídico de que en caso de duda, por ejemplo, por insuficiencia probatoria, se favorecerá al imputado o acusado (reo). Es uno de los pilares del Derecho penal moderno donde el fiscal o agente estatal equivalente debe probar la culpa del acusado y no este último su inocencia. Podría traducirse como "ante la duda, a favor del reo".

A continuación pasó a detallar la más flagrante vulneración en este proceso: la cadena de custodia. Uno tras otro, documenta escandalosos casos en los que las pruebas desaparecen o reaparecen años más tarde sin explicar dónde han estado todo ese tiempo y quién las ha custodiado. O cómo se dice en un informe que están en una comisaría y en otro dos años más tarde aparecen en la Unidad Central de Explosivos sin figurar quién, cómo ni cuándo las ha trasladado. O cómo el contenido de esas botellas aparece de repente en unos viales sin documento que acredite quién las ha volcado en los viales y cómo. Cero cadena de custodia. Cualquiera puede haber intervenido o cambiado las pruebas. Contradicción tras contradicción, el alegato de Erlantz es demoledor.

Acabando con una denuncia necesaria: “Algo tiene que haber fallado en esta ‘fiesta de la democracia’ para que un joven haya estado 3 meses en prisión sin haberse probado que lo que contenían las botellas era gasolina, esa prueba llegó hace un mes, y sin huellas digitales. No tan fiesta de la democracia”. Brillante, emocionante y rigurosísimo. Gracias Erlantz por hacernos sentir orgullo y devolvernos la fe en la legalidad. Ahora sólo falta que la señora jueza reconozca lo incontestable de los datos objetivos, no las especulaciones.

28 noviembre, 2014

Para acabar con la masacre del cuerpo (Félix Guattari, 1973)


Sean cuales sean las pseudotolerancias de que haga alarde, el orden capitalista bajo todas sus formas (familia, escuela, fábricas, ejército, códigos, discursos…) continúa sometiendo toda la vida deseante, sexual, afectiva, a la dictadura de su organización totalitaria fundada sobre la explotación, la propiedad, el poder masculino, la ganancia, el rendimiento… Infatigablemente, continúa su sucio trabajo de castración, de aplastamiento, de tortura, de cuadriculado del cuerpo para inscribir sus leyes en nuestras carnes, para clavar en el inconsciente sus aparatos de reproducción de la esclavitud.

A fuerza de retenciones, de éxtasis, de lesiones, de neurosis, el Estado capitalista impone sus normas, fija sus modelos, imprime sus caracteres, distribuye sus roles, difunde sus programas… Por todas las vías de acceso a nuestro organismo, sumerge en lo más profundo de nuestras vísceras sus raíces de muerte, confisca nuestros órganos, desvía nuestras funciones vitales, mutila nuestros goces, somete todas las producciones vividas al control de su administración patibularia. Hace de cada individuo un lisiado escindido de su cuerpo, un extraño a sus deseos.

Para reforzar su terror social, experimentado como culpabilidad individual, las fuerzas de ocupación capitalista con su sistema cada vez más refinado de agresión, de incitación, de chantaje, se ensañan en reprimir, en excluir, en neutralizar todas las prácticas deseantes que no tienen por efecto reproducir las formas de la dominación.

Así se prolonga indefinidamente el reino milenario del goce desdichado, del sacrificio, de la resignación, del masoquismo instituido, de la muerte: el reino de la castración que produce al sujeto culpable, neurótico, laborioso, sumiso, explotable.

Este viejo mundo que por todas partes apesta a cadáver, nos horroriza y nos convence de la necesidad de llevar a cabo la lucha revolucionaria contra la opresión capitalista en el lugar en el que está más profundamente arraigada: en lo vivo de nuestro cuerpo.

Es el espacio del cuerpo deseante al que queremos liberar de la influencia opresora. Es en este y desde este espacio que queremos trabajar para la liberación del espacio social. No hay frontera entre ambos. Yo me oprimo porque yo es el producto de un sistema de opresión extendido a todas las formas la vida.

La conciencia revolucionaria es una mistificación siempre que no pasa por el cuerpo revolucionario, el cuerpo productor de su propia liberación. Son las mujeres en rebelión contra el poder masculino —implantado durante siglos en sus propios cuerpos—, los homosexuales en rebelión contra la normalidad terrorista, los jóvenes en rebelión contra la autoridad patológica de los adultos, quienes han comenzado a abrir colectivamente el espacio del cuerpo a la subversión y el espacio de la subversión a las exigencias inmediatas del cuerpo.

Son ellas, son ellos, quienes han comenzado a desafiar el modo de producción de los deseos, las relaciones entre el goce y el poder, el cuerpo y el sujeto, tal como funcionan en todas las esferas de la sociedad capitalista e incluso en los grupos militantes.
Son ellas, son ellos, quienes han quebrado definitivamente la vieja separación que divide a la política de la realidad experimentada para el máximo beneficio de los gerentes de la sociedad burguesa como de aquellos que pretenden representar a las masas y hablar en su nombre.
Son ellas, son ellos, quienes han abierto los canales de la gran sublevación de la vida contra las instancias de muerte que no cesan de insinuarse en nuestro organismo para someter cada vez más sutilmente la producción de nuestras energías, de nuestros deseos, de nuestra realidad, a los imperativos del orden establecido.

Una nueva línea de ruptura, una nueva línea de ataque más radical, más definitiva, es trazada, a partir de la cual se redistribuyen necesariamente las fuerzas revolucionarias.
Ya no podemos soportar que se nos robe nuestra boca, nuestro ano, nuestro sexo, nuestros nervios, nuestros intestinos, nuestras arterias… para hacer las piezas y las labores de la innoble mecánica de la producción del capital, de la explotación y de la familia.
Ya no podemos permitir que se hagan de nuestras mucosas, de nuestra piel, de todas nuestras superficies sensibles, zonas ocupadas, controladas, reglamentadas, prohibidas.
Ya no podemos soportar que nuestro sistema nervioso sirva de transmisor del sistema de explotación capitalista, estatal, patriarcal, ni que nuestro cerebro funcione como una máquina de suplicios programada por el poder que nos cerca.
Ya no podemos sufrir no liberar, reprimir nuestros deseos, nuestra mierda, nuestra saliva, nuestras energías, conforme a las prescripciones de la ley y sus pequeñas transgresiones controladas: Queremos destruir el cuerpo frígido, el cuerpo encarcelado, el cuerpo mortificado que el capitalismo no cesa de querer construir con los desechos de nuestro cuerpo viviente.

Este deseo de liberación, fundamental para introducirnos a una práctica revolucionaria, llama a que salgamos de los límites impuestos a nuestra persona, que tumbemos en nosotros al sujeto, que salgamos de la sedentariedad, del estado legal para atravesar los espacios del cuerpo sin fronteras, y vivir en la movilidad deseante más allá de la sexualidad, más allá de la normalidad, de sus territorios y de sus repertorios.

Es en este sentido que algunos hemos experimentado la necesidad vital de liberarnos en común de la influencia que las fuerzas de aplastamiento y de captación del deseo han ejercido y ejercen sobre cada uno de nosotros en particular.
Todo lo que hemos vivido sobre el modo de la vida personal, íntima, lo hemos tratado de abordar, de explorar, de vivir colectivamente. Queremos derrumbar el muro que, erigido por el interés de la organización social dominante, separa el ser del parecer, lo dicho de lo no-dicho, lo privado de lo social.

Hemos comenzado a descubrir juntos, juntas, toda la mecánica de nuestras atracciones, de nuestras repulsiones, de nuestras resistencias, de nuestros orgasmos, de señalar al conocimiento común el universo de nuestras representaciones, de nuestros fetiches, de nuestras obsesiones, de nuestras fobias. Lo inconfesable ha devenido para nosotros materia de reflexión, de discusión pública, de explosiones políticas en el sentido en el que la política manifiesta en el campo social las aspiraciones irreductibles de lo viviente.
Hemos decidido romper el insoportable secreto que el poder hace caer sobre todo lo que toca al funcionamiento real de las prácticas sensuales, sexuales, afectivas, como hace caer sobre el funcionamiento real de toda práctica social que produce o reproduce las formas de la opresión.

Destruir la sexualidad

Al explorar en común nuestras historias individuales, hemos podido medir hasta qué punto toda nuestra vida deseante está dominada por las leyes fundamentales de la sociedad estatal, capitalista, de tradición judeocristiana; y, en efecto, subordinada a sus reglas de eficacia, de plusvalía, de reproducción. Al confrontar nuestras experiencias singulares, sin importar qué tan libres podían habernos parecido, nos hemos dado cuenta de que no cesamos de conformarnos en los estereotipos de la sexualidad oficial, la cual reglamenta todas las formas de lo vivido y extiende su administración desde las camas matrimoniales a las casas de prostitución, pasando por los baños públicos, las pistas de baile, las fábricas, los confesionarios, las sex-shop, las prisiones, los liceos, los autobuses, etc…

Esta sexualidad oficial, esta sexualidad sin adjetivos, no hay duda para nosotros, no queremos acondicionarla como se acondicionan las situaciones de detención. Sino destruirla, suprimirla, porque no es más que una máquina de castración y re-castración indefinida, una máquina para reproducir en todo ser, en todo tiempo, en todo lugar, las bases del orden esclavista. La sexualidad es una monstruosidad, así sea en sus formas restrictivas, o en sus llamadas formas permisivas, y está claro que el proceso de liberalización de las costumbres y de erotización promocional de la realidad social organizada y controlada por los gerentes del capitalismo avanzado no tienen otro objetivo que hacer más eficaz la función reproductora de la libido oficial. Lejos de reducir la miseria sexual, estos tráficos no hacen otra cosa que alargar el campo de las frustraciones y de la carencia, que permite la transformación del deseo en necesidad compulsiva de consumir y asegurar la producción de la demanda, motor de la expresión capitalista. De la inmaculada concepción a la puta publicitaria, del deber conyugal a la promiscuidad voluntarista de las orgías burguesas, no hay ninguna ruptura. Es la misma censura la que está obrando. Es la misma masacre del cuerpo deseante la que se perpetúa. Simple cambio de estrategia. Lo que queremos, lo que deseamos, es reventar la pantalla de la sexualidad y sus representaciones para conocer la realidad de nuestro cuerpo, de nuestro cuerpo viviente.

Eliminar el adiestramiento

Queremos liberar, descuadricular, desbloquear, descongestionar este cuerpo viviente para que libere sobre sí mismo todas las energías, todos los deseos, todas las intensidades aplastadas por el sistema social de inscripción y de adiestramiento.

Queremos recuperar el pleno ejercicio de cada una de nuestras funciones vitales con su potencial integral de placer.
Queremos recuperar las facultades que son tan elementales como el placer de respirar, el cual ha sido literalmente estrangulado por las fuerzas de opresión y contaminación, queremos recuperar el placer de comer, de digerir, perturbado por el ritmo de rendimiento y la sucia comida producida y preparada según los criterios de la rentabilidad mercantil; el placer de cagar y el goce del culo sistemáticamente masacrado por el adiestramiento intrusivo de los esfínteres, por el cual la autoridad capitalista inscribe incluso en la carne sus principios fundamentales (relaciones de explotación, neurosis de acumulación, mística de la propiedad, de la limpieza, etc.); el placer de masturbarse felizmente sin vergüenza, sin angustia, ni por fracaso o compensación, sino simplemente el placer de masturbarse; el placer de vibrar, de murmurar, de hablar, de caminar, de moverse, de expresarse, de delirar, de cantar, de jugar con el cuerpo de todas las maneras posibles. Queremos recuperar el placer de producir placer, de crear, despiadadamente anulado por los aparatos educativos encargados de fabricar trabajadores (consumidores obedientes).

Liberar las energías

Queremos abrir nuestro cuerpo al cuerpo del otro, para que pueda vivir por fin sin culpabilidad, sin inhibición, para que nuestra realidad cotidiana no sea esta lenta agonía que la civilización capitalista y burocrática impone como modelo de existencia a aquellos que enrola. Queremos extirpar de nuestro ser al tumor maligno de la culpabilidad, raíz milenaria de todas las opresiones.
Sabemos evidentemente los formidables obstáculos que tendremos que superar para que nuestras aspiraciones no sean solamente el sueño de una pequeña minoría de marginados. Sabemos en particular que la liberación del cuerpo, de las relaciones sensuales, sexuales, afectivas, están indisolublemente ligadas a la liberación de las mujeres y a la desaparición de cualquier especie de categorías sexuales. La revolución del deseo pasa por la destrucción del poder masculino, de todos los modelos de comportamiento y de emparejamiento que imponga así como pasa por la destrucción de todas las formas de opresión y de normalidad. Queremos terminar con los roles y las identidades impuestas por el Falo.

Queremos terminar con toda especie de asignación a una residencia sexual. Queremos que no haya más entre nosotros hombres y mujeres, homosexuales y heterosexuales, poseedores y poseídos, mayores y menores, amos y esclavos, sino humanos transexuados, autónomos, móviles, múltiples; seres con diferencias variables, capaces de intercambiar sus deseos, sus goces, sus éxtasis, sus ternuras, sin tener que hacer funcionar algún sistema de plusvalor, algún sistema de poder, si no es sobre el modo del juego.

Partiendo del cuerpo, del cuerpo revolucionario como espacio productor de subversión y como lugar en el que se ejercen a fin de cuentas todas las crueldades de la opresión. Al conectar la práctica política a la realidad de este cuerpo y sus funcionamientos, al buscar colectivamente todas las vías de su liberación, ya hemos producido una nueva realidad social en la cual el máximo placer se combina con la máxima consciencia. Ésta es la única vía que puede darnos los medios para luchar directamente contra los efectos del Estado capitalista ahí donde se ejerce directamente. Éste es el único paso que nos puede hacer realmente fuertes contra un sistema de dominación que no cesa de desarrollar su poder, de debilitar, de fragilizar, a cada individuo para constreñirle a suscribir sus axiomas. Para reducirlo al orden de objeto sumiso y obediente.
(Texto originalmente publicado de manera anónima en la revista francesa Recherches n° 12, 1973, intitulada “Tres mil millones de pervertidos: Gran enciclopedia de las homosexualidades”, en la que entre otros participaron Gilles Deleuze, Michel Foucault, Jean Genet, Guy Hocquenghem y Jean-Paul Sartre. El gobierno francés decomisó y destruyó todos los ejemplares de la revista y denunció a Félix Guattari, director de la publicación, acusándolo de “afrenta a la decencia pública”.)