06 mayo, 2018

El día que los nazis bombardearon Castellón para probar sus Stukas


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Rafael Ordóñez


El 25 de mayo de 1938 tres aviones de la Luftwaffe, las fuerzas aéreas alemanas, penetraron en territorio bajo control de la República y lanzaron un ataque sobre cuatro localidades del interior de Castellón, relativamente cercanas al frente, pero sin valor estratégico: Albocàsser, Benassal, Ares y Vilar de Canes. Los aviones maniobraban de manera que nadie había visto antes. Bajaban en picado sobre las viviendas y descargan grandes bombas. Murieron 38 vecinos.

El país está en guerra, pero nadie entiende la razón por la que las cuatro localidades son bombardeadas con tanta crudeza. Los paisanos entierran a sus muertos, termina la guerra y las preguntas sin respuesta quedan abandonadas. Óscar Vives, físico teórico de la Universidad de Valencia perdió en el ataque en Benassal a tres antepasados. Cuando se enteró de la historia no daba crédito. Con solo tres bombas había desaparecido medio pueblo. La curiosidad de Vives le conduce hasta un archivo en Friburgo, Alemania, donde la documentación del ejército alemán muestra toda la verdad. Su búsqueda ha quedado reflejada en el documental Experimento Stuka, presentado ayer en Festival Internacional DocsValència.


Casi ochenta años después de los bombardeos, Vives descubre por qué bombardearon los pueblos castellonenses. La Legión Cóndor, asentada en la localidad tarraconense de La Sènia, había recibido los primeros modelos del avión Junker 87A. Eran los primeros Stukas de los alemanes y los bombardeos fueron un ejercicio que los soldados de Hitler llevaron a cabo con los pueblos del territorio Republicano sin consultar a nadie. Era un experimento.

El documental de Pepe Andreu y Rafa Molés profundiza los primeros descubrimientos de Vives. Su principal hallazgo es el archivo militar al que accede en Friburgo y en el que se detalla con más de 66 fotografías los bombardeos del 25 de mayo. Documenta la destrucción de las bombas de 500 kilos que por primera vez se lanzaban sobre la población civil desde los Stukas.

Al hecho de descubrir por qué se había producido el ataque en las localidades el documental confirma que éste se hace a espaldas del Ejército Nacional. De hecho se documenta que existe una petición expresa de Franco, de abril de 1938, a la aviación alemana para que no se bombardee a la población civil y núcleos urbano. “En el momento de la guerra en el que se produce el ataque Franco ya se ve con la guerra ganada y no quiere encontrarse con ataques que como Guernica que tuvieran un coste en la opinión pública internacional”, explica Rafael Molés, periodista y codirector del documental.




“Pero a la Legión Cóndor le acababa de llegar el avión hacía un mes y medio. Tres modelos de Stuka que llegan desmontados para ser probados por lo que desoyen la orden y por su cuenta usan el avión con una bomba que es el doble de grande, 500 kilos, de lo que habitualmente carga y lo documentan”, explica Molés. Ya habían estudiado la precisión de estos aviones en puentes y cruces de carretera, pero necesitaban probarlo en poblaciones.

Los diarios de Wolfram von Richthofen, sobrino del Barón Rojo y Jefe del Estado Mayor de la Legión Cóndor durante la Guerra Civil detalla la estrategia. “Querían realizar ataques de experimentación relativamente cerca del frente en objetivos donde no se ponga en riesgo el material a probar. Lugares a los que era previsible que los nacionales fuesen a llegar pronto para poder después analizar los daños antes de que se hubiese empezado la reconstrucción”, explica Molés. “Es el encargo que tiene Richthofen”, concluye.


Un nazi se fotografía en uno de los lugares de impacto de una bomba.

Durante los cerca de 80 años que ha permanecido la explicación oculta y nadie se explicaba por qué bombardearon a las iglesias. Necesitaban saber el impacto de las bombas en edificios grandes. Y el insólito daño se debía a los 500 kilos de explosivo que llevaban las bombas. El doble del tamaño que podían portar los Stukas. De ahí la cercanía a su base aérea en Tarragona, volaban con la mitad de combustible.

El documental recoge testimonios de testigos que sobrevivieron a los bombardeos. Eran niños cuando la guerra se presentó en sus vidas. Todos destacan que cuando vieron los aviones nadie corrió, nadie se refugió; se quedaron contemplando a los aviones y sus maniobras. “Las bombas eran como un señor vestido de negro”, cuenta un ya anciano Ángel Beltrán, quien cuando era niño se quedó mirando los aviones.





Esos mismos niños que vieron caer la guerra desde tres aviones recuerdan de mayores cómo, ya con sus pueblos tomados por las fuerzas de Franco, se presentaron unos alemanes uniformados y se tomaron fotos dentro de los boquetes que habían dejado las bombas.

El experimento fue un éxito, a lo largo de la Segunda Guerra Mundial se construyeron más de 5.000 unidades para la Luftwaffe. La fuerza aérea alemana tomó buena nota de su experimento en Castellón, se hicieron varios modelos desde los Stukas usados en España. Entre otras innovaciones aumentaron la potencia del motor para que pudieran llevar bombas de 500 kilos como las que quitaron la vida a 38 personas el 26 de mayo de 1938.



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